Un cuento para cada día    Alhaurín de la Torre,  7 de febrero de 2003

El cuento de la niña sin corazón

Beatriz Vidal Palma de Mallorca (Baleares) España BEATRIX@santandersupernet.com

Como has sido muy bueno, te voy a contar un cuento.

Érase una vez una niña que nació en un pueblo muy grande que se llamaba Madrid. Cuando nació los médicos se dieron cuenta de que no tenía corazón. La llevaron a la incubadora corriendo para que no se muriera y enseguida llamaron a unos médicos muy famosos de Estados Unidos para preguntarles que podían hacer al respecto. Los médicos de Estados Unidos estudiaron a la niña por medio de una cámara interna de televisión que estaba conectada a Internet. Entonces, con sorpresa, descubrieron el problema. La pequeña no tenía corazón pero en su lugar tenía un pozo sin fondo y milagrosamente vivía. Así es que a su madre y a ella les dieron el alta y se fueron a su casa.

La niña creció y creció y se convirtió en una mujer. Tuvo muchos novios, porque resultó no ser del todo fea, y además, como bailaba muy bien, pues ligaba mucho en las fiestas. A todos sus novios les pedía que le llenasen el pozo sin fondo que tenía en lugar de corazón. Y los novios lo intentaban prácticamente todos. Unos le daban una cosa dulce y algodonosa que la empachaba y la hacía devolver. Otros, que eran los peores, le tiraban piedras y más piedras porque querían así llenar su pozo. Ella ya estaba un poco harta porque los golpes de las pedradas le dolían mucho.

La niña empezó a pensar en soluciones, y descubrió que había unas cápsulas muy buenas que se llamaban "carcajadín". Fue a comprarlas pero la farmacéutica le dijo que Sanidad las había retirado ya. Así es que se fue muy triste a su casa.

La niña buscó y buscó y probó de aquí y de allí, pero no encontró nada. Un día conoció a un chico en un bar y se lo llevó a casa a dormir. .El chico no le tiró piedras ni le dio nada de beber, ni de fumar, ni de nada. Pero le contó la fórmula secreta de las pastillas que ella andaba buscando. Le dijo que no le hacía falta comprarlas porque su cuerpo podría segregarlas por medio de una glándula que estaba en el cerebro. Ella le preguntó que como podría hacerlo y él empezó a contarle chistes, muy buenos por cierto. Ella empezó a reír y a reír, y se dio cuenta de que así iba desapareciendo el vacío que sentía en su interior y empezó a sentir como si tuviera un corazón. Le dio las gracias al muchacho que se marchó porque trabajaba de payaso en la calle y no quería que le quitasen el puesto.

Y así la niña, ahora da vueltas al mundo dentro de un avión y siempre va buscando por todos los continentes a chicos que le ayuden a segregar la medicina que le hace feliz.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Espero que te haya gustado.


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