Quien dijo alguna vez que las cosas eran fáciles...? El amor hace las cosas  simples y sencillas, y cuando deja de haberlo, cuando el amor no está, esas mismas cosas se tornan difíciles y complicadas.

La niñez es fácil y sencilla, acompañada con el amor paterno, fraterno y familiar que te protegía porque estabas indefensa al principio, sin hablar, sin caminar, sin expresar, sólo con el llanto que tanto me preocupaba. Fuiste creciendo, y querías hacer las cosas tu sola, desde coger la cuchara y comer tu solita y decidir que zapatos querías ponerte ese día, hasta tomar esas decisiones que yo pensaba que todavía tenía que tomar por ti, pero que tu te empeñabas en hacer a tu antojo, y... me hacia gracia... entonces.

Continuaste creciendo y tu capacidad para decidir fue aumentando, siempre aconsejada por nosotros, tus padres, y tu familia, por tu entorno... A veces no estabas de acuerdo, a veces incluso te enfadabas mucho y protestabas, pero era sencillo hacerte entender, que nuestros consejos eran lo mejor para ti, que por encima de todo queríamos eso, ...lo mejor para ti, ...y lo entendías.

Creciste un poco más y contigo tu oposición a nuestros consejos, ...era normal, la adolescencia conlleva eso, y nosotros, ...fuimos pacientes, te entendíamos, porque nosotros también fuimos adolescentes, y también sentimos el rechazo a nuestros padres, y nos revelamos contra ellos, contra sus normas, contra sus restricciones y también pensamos que estaban en nuestra contra en muchas ocasiones, y que solo querían fastidiarnos, y que no había motivos para esas estrictas pautas, ni esos caprichos de padres...te entendíamos, e intentamos que lo comprendieras... sin éxito, ...sabíamos que el motivo era la adolescencia, y que se pasa, que no es permanente, y confiábamos en que nuestro amor y nuestros consejos permanecerían en ti, dejando su poso, su huella, y la semilla del amor...

Pasó la adolescencia,... pero sólo en edad, seguías siendo infantil en algunas de tus decisiones y actitudes y querías ser muy adulta en otras, pero no lo veíamos claro, y hablamos contigo una vez, y otra, y otras muchas veces, pero no había forma. Parecía que no nos necesitaras nunca más, parecía que los posos de amor y las huellas se habían ido con el viento, parecía que no éramos nada tuyo sino esos conocidos que se empeñan en dar la lata día tras día. Alguien me decía hoy que el amor y la locura van unidos, y es cierto, nosotros estamos locos, locos de amor por ti, y preferimos estar locos a estar cuerdos... sin tu amor.

Ahora ya eres mayor, has crecido lo que tenías que crecer, ya no serás más alta, ni tus huesos se alargarán más, ya tienes total capacidad de decisión, y eliges, y te alegras de tus decisiones, y eso es bueno... Ahora también comprendes, comprendes esos consejos que te dábamos y que antes no comprendías, ahora estas empezando a descubrir el amor, el amor maternal, el paternal, el amor de los amigos, y próximamente el filial, y serás madre, y entenderás,... y compartirás,... y sentirás,... y amarás de esta manera incondicional que los padres amamos...

Sólo deseo que este entendimiento, que esta comprensión llegue pronto, estoy loca de amor por ti, una locura cada vez más proporcional a tu desamor por mi, y tus gestos, tus desmanes, tus ausencias, tus silencios... duelen tanto..., tanto como los dolores que sentí cuando naciste, pero aquellos se me olvidaron al instante; éstos tardarán en irse, y como el amor, dejarán su huella...