Una historia cada día, un cuento cada semana
   Alhaurín de la Torre, Málaga, Andalucía,   sábado 13 de diciembre de 2003
 

VOIGHT-KAMPFF
 

 Juan Carlos Calderón. Madrid. Rivers57@hotmail.com

Febrero, 2018. Las gotas de lluvia salpicaban los cristales de la
aeronave. Una nube de pensamientos le traían absorto, mientras
deambulaba sobrevolando los edificios de la ciudad.
Rachael había sido confiscada por la federación, una vez más.
Consiguieron arrebatársela de sus manos, y fue en ese momento cuando
creyó empezar a odiar su profesión. Otro Blade Runner como él habría
hecho un buen trabajo, y él no había podido evitarlo.
Aún recordaba las palabras de Gaff segundos después de que Roy muriera:
-Lástima que ella no pueda vivir... pero quién vive.
Para colmo, tendría que seguir trabajando para la federación. Había
hablado con Bryant y le había explicado los motivos.
-El alto mando... me ha ordenado hacerte una proposición.
Quieren que acabes la misión que empezaste. Ya sé lo que piensas, pero
no se trata de Rachel esta vez. Queda alguien más.
-¿Otro replicante?
Un Nexus cinco. El alto mando me ha ordenado que te proponga la misión.
Elimínale y nosotros liberaremos a Rachel.
Un breve silencio se interpuso en la conversación mientras Dekard se
mostraba pensativo.
-¿Por qué precisamente yo Bryant?. Hay otros Blade Runners por ahí, a
los que no tendrás que deber nada.
- Creo que te ganaste buena reputación cuando acabaste con los Nexus 6.
El alto mando está muy interesado en eliminación de este último
replicante. ¿Cual es tu respuesta, Dekar?
No se había creído ni una sola palabra, pero... ¿qué podía hacer ya?

Activó el ordenador y escuchó detenidamente los informes de la misión.
El objetivo era el de siempre, eliminación de un replicante, pero a
diferencia de otras ocasiones, el sujeto había cambiado ligeramente.
Se trataba de un Nexus 5, modelo anterior. Aparentemente iguales en
físico a un humano, pero a diferencia de los Nexus 6, que tenían
capacidad para experimentar sentimientos y sensaciones de todo tipo,
éste no era más que una computadora con apariencia humana, incapaz de
controlar sus impulsos emocionales.
Esto le hacía recordar de nuevo unas palabras, las que Tyrell le había
dicho en aquella ocasión:
"Fueron diseñados como copias de seres humanos en todos los sentidos,
exceptuando sus emociones, pero sus diseñadores creyeron que al cabo de
unos años podían desarrollar sus propias respuestas emocionales. Odio,
amor, miedo, cólera, envidia...".
Era pues, diferente a los de la nueva generación, y por supuesto
diferente a Rachel.
Sus implantes en el cerebro, los llamados recuerdos, habían provocado un
pasado en la personalidad, de modo que le fuera imposible distinguir
siquiera si era o no una replicante. Tyrell le había dicho:
Rachel es un experimento... Si les obsequiamos con un pasado, creamos un
apoyo para sus emociones y consecuentemente podemos controlarlos mejor.
Fuera lo que fuera en lo que consistiera la misión, debería aceptarla
sin ninguna duda. Todo lo que fuera por volver a verla. Por ella...
Por Rachael.

Poca información le habían facilitado del sujeto. Nombre: Jack Paltrow,
peligroso. Culpable de numerosos crímenes en toda la ciudad. Difícil de
localizar, su cuerpo sintético le permitía encaramarse a cualquier lugar
recóndito, y quedarse inactivo sin comer ni beber durante semanas,
imposible de ser encontrado.
Esto era algo contradictorio con los demás replicantes. Ellos nunca
desaprovecharían su tiempo de esa manera. Su corta vida les habría
llevado a arriesgarse y ser eliminados aunque, tampoco le habían dicho
cuanto tiempo de vida le quedaba aún.

La primera y única pista era un hotel al oeste de la ciudad,
deshabitado. Por supuesto no había nadie en el recibidor. Bloqueó el
ascensor y comenzó a subir las escaleras, mientras descubría su arma.
Número 486, la puerta estaba ligeramente abierta.
Recorrió la casa con sumo cuidado, habitación por habitación, pero no
encontró a nadie.
Pensó en registrarla con el fin de encontrar alguna pista, pero todo se
encontraba demasiado desordenado. Pensó que el replicante no pasaba allí
mucho tiempo. De todas formas buscó un escondite y esperó a que viniera.
Tenía una pequeña visión de la entrada a la calle, a través de la puerta
semiabierta de la cocina, donde se encontraba. De modo que se preparó.
Apuntó con su pistola y aguardó para darle la sorpresa.
Las horas pasaron, y sus tensionados músculos en posición de alerta se
habían ido relajando poco a poco, que ni siquiera apuntaba ahora con su
pistola. Los focos intermitentes de la calle iluminaban el cuarto por
momentos, cuya luz entraba por la ventana y le iluminaba parte del
rostro. Sus piernas se habían agarrotado ya, y dudaba que le
respondieran como es debido en caso de emergencia.
Miraba ahora por las rendijas de la persiana, y pensaba en Rachael, y en
aquella noche que parece invadir constantemente a Nueva York.
La puerta se abrió. Agarró rápidamente su pistola apuntando hacia la
puerta de entrada, pero cuando quiso disparara ya no había nadie.
Quienquiera que hubiera entrado lo había hecho lo suficientemente rápido
para no ser visto. Tenía otra posibilidad. Cuando entrara en la
habitación donde él se encontraba dispararía a bocajarro, mucho más
cerca esta vez. Pero no fue así. No se volvió a oír ningún ruido. Tenía
que estar forzosamente en la habitación contigua, apenas había
parpadeado para no perderse detalle y nadie había vuelto a entrar ni
salir de la casa. Se levantó, quiso finalmente ir a su encuentro y justo
cuando se incorporó, un poderoso brazo atravesó los cristales de la
ventana e intentó estrangulare. Tenía una fuerza brutal, y no podía
escabullirse. De pronto le soltó. Tosió varias veces con fuerza, y no
tardó en coger su pistola de donde había caído.
-¡Ya estoy en casa!- se oyó en la otra habitación.
Dekard se aproximaba a la puerta del salón. La abrió de golpe y allí
estaba él. Tenía un aspecto brutal, tremendamente musculoso, y parecía
estar completamente loco.
Disparó cuanto pudo, pero sus movimientos eran demasiado rápidos.
No acertaba con los disparos. Su silueta se movía a saltos por toda la
sala de un mueble a otro, imposible de alcanzar. Se acabó la munición.
Dio media vuelta apoyándose en la fachada mientras recargaba pero no
pudo evitar que se abalanzara sobre él. Estaba a punto de estrangularle,
pero otra vez, cesó en su empeño inexplicablemente. Tiró la pistola por
la ventana y escapó.
Quería que le siguiera. Pero Dekard sentía que era demasiado poderoso.
No tenía pistola, y por lo tanto, nada que hacer. Buscó una escalera de
incendios e intentó escapar. Sintió como le gritaba por detrás. Se
apresuraba a bajar los peldaños, pero sus piernas habían permanecido
demasiado tiempo inmóviles y terminaría dándole caza. Finalmente puso un
pie en falso y resbaló. Jack estaba a punto de alcanzarle por lo que
tendría que pensar algo rápidamente.
-¿Así que tú eres el sabueso que han enviado para acabar conmigo? -le
gritaba Jack desde arriba.
En un alarde de fuerza sobrehumana, Jack arrancó la escalera que estaba
sujeta a la fachada y la torció hasta suspender a Dekard en el vacío.
Afortunadamente, sus manos aún se agarraban fuertemente a uno de sus
peldaños.
Dekard no podía dejarse caer desde allí, era demasiado peligroso Miraba
a las paredes del edificio con el fin de encontrar un resorte al que
poder saltar, y lo hubiera hecho, si Jack no le hubiera aplastado los
dedos en el momento de saltar.
-Dime que se siente, mamón.
Dekard gritaba por dentro de dolor. Unas débiles gotas de lluvia acaban
de hacer aparición.
-No eres tu un humano? Desahógate. O pídeme clemencia si lo prefieres.
Dekard guardaba silencio, simplemente tenía los dedos aplastados por las
botas de aquel androide sádico y sintético.
-¡Di algo maldita sea!
La lluvia azotaba ahora con insistencia.
-Ya comprendo... Lo que pasa es que los Blade Runner como tú no tenéis
sentimientos. No sois lo suficiente humanos para pedir basta. Solo
matáis a personas que valen mas que vosotros. Fuiste tú quien acabó con
Roy y los demás Blade Runner?
Dekard estaba a punto de desfallecer, no podría aguantar mucho más
tiempo.
-Si es así, no me vales para nada.- dijo el replicante. Y levantó su
bota.
Dekard no pudo sostenerse. Resbaló desprendiéndose al vacío a una altura
de varios pisos. Fue a caer encima de su aeronave, aparcada en la acera,
lo que amortiguó su caída. Rebotó en ella y fue a parar definitivamente
al suelo, húmedo y encharcado por la lluvia.



No había mucha luz allí. Estaba atado de pies y manos y apenas se podía
mover.
Se había despertado en medio de una habitación espaciosa y destartalada.
-Lo siento, dijo.
Esa voz, familiar. Era la de Jack.
-Como a mi no me hace falta, no me acordé de tus necesidades vitales,
dijo.
Yo solo como algo cuando me acuerdo. Toma un poco de agua, dijo.
Era agua de lluvia, no sabía de donde la había cogido pero lo cierto es
que tenía sed, y bebió sin más.
-Así que fuiste tú el que acabó con Roy y los demás, no es así?.
Debes ser muy bueno entonces. Por eso te encargaron mi trabajo.
Yo soy una especie de... hermano mayor. -añadió.
Dekard parecía estar un poco exhausto, pero a pesar de eso, intentó
decir unas palabras.
-Roy... murió. Pero yo no le mate.
-Ah, sí es verdad, solo tenía cuatro años de vida. Estaban
constantemente preocupados por eso...
¿Le viste morir?, Quiero decir... ¿Estabas delante cuando se murió?.
Dekard asintió mientras paladeaba torpemente intentando tomar aire y
reponerse.
-Oh, debió ser una experiencia magnífica -dijo. Seguro que nunca podrás
olvidar una cosa así, no es cierto?
-Creo que... no se me olvidará.
-¡Por supuesto que no!, tienes ese recuerdo gravado en la mirada, es una
experiencia inolvidable.
Dekard intentaba no perderse en la conversación, pero lo cierto es que
estaba hecho polvo.
-A mí también me gustan las sensaciones fuertes- siguió hablando Jack.
Siempre intento encontrarme con ellas. Supongo que intento vivir el
tiempo de mi vida lo más intensamente posible. ¿No hay nada malo en eso,
verdad...?
No hay nada malo en tratar de aprovechar la vida, verdad, Dekard?
-supongo que...
Nada... malo.... Murmuraba mientras luchaba por no desfallecer como
antes.
Dekard tenía la visión borrosa, se le enturbiaba por momentos y estaba a
punto de perder el conocimiento.
Debe de ser fantástico ver como se muere alguien delante de tus ojos, no
es así?
¿No crees que debe ser una sensación fuerte?....
Dekard ya no oía más, definitivamente, había caído inconsciente.



De nuevo, la misma habitación. La misma cuerda que le retenía.
-Dekard... Te he traído algo para comer... Pensé que sería bueno para
ti...
No te mueras aún, eh Dekard?...
Le llevó un trozo de carne a la boca. Dekard masticó débilmente pero
estaba demasiado dura y se encontraba muy débil incluso para comer.
Abrió los ojos lentamente. La luz de los focos que venían de la calle
iluminaban la habitación intermitentemente. El suelo estaba lleno de
enormes charcos de sangre y los diferentes miembros de una persona
despedazada se extendían por todas partes.
A unos metros suyos, Jack sonreía.
Comenzó a escupir los restos que todavía tenía en la boca.
-Hay todo lo que quieras, Dekard, puedes comer lo que te plazca.
Dekard intentaba vomitar sin éxito mientras se retorcía en aquel caótico
escenario.
-Vamos Dekard, no te pongas así. Yo lo he probado y no está tan mal.
Seguro que luego preferirás una de esas hamburguesas de carne congelada.




-¿Sabes lo que menos me gusta de ti Dekard?
Se había despertado de nuevo, delante de él, esta vez, había un cuenco
de leche y algo de comer. Además tenía las manos libres.
-Que no tienes respeto por la vida de los demás.
Dekard bebía ahora un poco de leche e intentaba reponerse.
-Te dedicas a quitarle la vida a la gente, como si tal cosa.
No tienes compasión por sus almas, ni por sus sentimientos.
-Replicantes -murmuró Dekard.
-Oh, no no no, Dekard. Ahí es donde te equivocas. Eran humanos. Su
cuerpo estaría hecho artificialmente. Pero sentían, igual que tú,
Dekard.
En eso tenía razón. Era la única cosa sensata que había dicho en todo
ese tiempo.
Cuando mataba a un replicante, mataba a una persona. Lo comprendió
cuando conoció a Rachael, y también cuando vio morir a Roy. De eso no
cabia duda.
-En cambio yo -Dijo Jack. No puedo.
-¿Que es lo que no puedes?
Soy un Nexus 5. Un modelo anterior. Desde que comenzaron a experimentar
con robots solo consiguieron máquinas androides sin sentimientos.
Idénticas a los humanos, dijo, pero sin ningún tipo de estímulo moral,
solo lo que se tenía programado. Yo soy ese eslabón. El último de mi
generación, y probablemente el último de todos los nexus aquí en la
tierra. Pero sin vida.
Quiero vivir, Dekard. Experimentar sensaciones.
- Hasta... la creación de Nexus 6 no oí hablar nunca mas que de
androides con la cabeza de hojalata. Solo podían hacer lo que se les
programaba.
-¡No es verdad! -exclamó Jack. No puede ser cierto. Mi cerebro... está
construido de la misma forma que ellos. No se exactamente donde radica
la diferencia.
-Quizás no te construyeron como ellos...
-Pero me niego a creerlo. La composición es prácticamente la misma. Solo
hay un paso entre los dos. Ellos necesitaban acumular respuestas
emocionales para elaborar las suyas propias. Tal vez yo...
Dekard guardó silencio. Miraba el cadáver esparcido sobre la habitación
y no podía pensar que eso fuera fruto de una mente con sentimientos. Es
cierto que los nexus 6 podían llegar a ser sádicos, pero esto y el
historial de asesinatos que tenía Jack eran mas bien consecuencia de una
máquina de matar.
-¿que es lo que crees, Dekard?. ¿Que no tengo conciencia?. Acaso es eso
lo que me haría vivir?. Arrepentimiento de haber matado brutalmente a un
inocente.
¡Pues no!, ¡no siento absolutamente nada!. No me produce ningún reparo
nada de lo que pueda pasar, ni siquiera mi propia muerte, Dekard. Pero
como tú dices, no tengo un programa que me haga actuar de una
determinada manera, por eso no tengo criterio.
¡Oh, lo siento!, perdóname de veras -decía Jack a la atenta cabeza del
cadáver.
Te reconstruiré, -e intentaba llorar forzosamente.
Tan forzosamente, que no pudo evitar una carcajada.
-¡Al cuerno!-gritó mientras saltaba por la ventana rompiendo los
cristales.

Fuera a donde fuera, donde se hubiese dirigido, el deber de Dekard era
encontrarle y eliminarle. Debía de hacerlo sin ningún reparo si quería
acabar su misión, como tantas
otras veces trabajando como Blade Runner. Y debía hacerlo por ella...
Por Rachael

A duras penas encontró la salida. Era de nuevo un edificio vacío. Apenas
sin luz, pero finalmente logró bajar hasta el último piso y salir a la
calle. Este no fue donde se encontraron la otra vez. Probablemente me
trasladó cuando cayó inconsciente para que no le descubrieran, pues mi
nave estaba localizada. Comunicó con Bryant y le informó de su posición.

Pronto llegó a la academia pero no duró mucho tiempo. Le mandaron al
hospital, y allí intentó recuperarse, mientras repasaba los informes de
Jack sacados de la academia. Cientos de asesinatos, muertes y atentados,
parecía no importarle el número de víctimas, y mucho menos, la identidad
de estas.
Aparecían incluso algún caso de robo y violación. Se preguntaba por qué
Jack querría haber hecho todas esas cosas. Tal vez solo se trataba de un
sádico asesino. Pero algo intentaba encontrar en todos esos crímenes.
Sensaciones, como lo llamaba él. Quería vivir la vida lo más
intensamente posible y no reparaba en probar todo aquello que le
veiniera en gana. Todas esas cosas las hacia con un propósito. Y tal vez
estuviera a punto de conseguirlo. Roy lo había conseguido, y todos los
nexus 6 que él había conocido también. Por eso ahora se sentía tan mal.
No quería matar a Jack, había llegado a comprenderle y preferiría poder
ayudarle. ¿Pero como?


Airon le había llamado. Era sobre Jack, había sido localizado y quería
que se dirigiese hacia allí. De nuevo pensó que no le apetecía, pero no
le quedaba más remedio si quería que la liberasen.

Se desplazó allí en poco tiempo. Se trataba de un laboratorio
experimental. Nada menos que de la Tyrell Corporation. Dekar se suponía
los motivos del atentado, Jack estaba allí, en alguna planta de aquel
edificio haciendo de las suyas, intentando encontrar alguna respuesta.
Le habían autorizado para que subiera. El edificio estaba sitiado por la
policía pero seguramente pensaron que llegar hasta allí y eliminar al
replicante no era trabajo suyo.
Por fin llegó a la planta donde se encontraba. Era un espacioso
laboratorio de la planta 14 en la que se encontraban numerosos agentes
de la corporación. Entró, con sumo cuidado con su arma por delante.
Numerosos cuerpos con bata blanca se esparcían por toda la sala,
máquinas, probetas, tubos de ensayo y muertos.
-¿Ha sido esta masacre una sensación lo suficientemente fuerte?-Gritaba
Dekard mientras trataba de localizarle.- ¡Jack!, ¿Me escuchas?.
-Así es, Blade Runner. Has venido a buscarme.
Dekard le apuntó con la pistola.
-Yo que tú no dispararía, los ácidos de los tanques de la sala podrían
ser mortalmente tóxicos. Yo soy completamente inmune, pero yo en tu
lugar no dispararía.
Dekard le observó. Estaba sentado en el suelo encima de una mancha roja.
Disparó sin pestañear.
Jack fue lo suficientemente rápido para hecharse a un lado y por poco
perfora uno de los tanques.
-Eres muy impulsivo Dekard.
Avanzó con sigilo. Jack debía estar escondido entre las máquinas o
estantes repletos con objetos de cristal. Pareció descubrirle por un
momento y disparó de nuevo.
De nuevo logró esquivar el disparo, y fue a reventar un enorme bidón
relleno de nitrógeno líquido. Este se esparcía por el suelo y lo
congelaba todo a su paso como una escalofriante ola de mar. Dekard
escapaba ahora encaramándose a una estantería mientras pasaba bajo sus
pies. Vio como se le caía la pistola y se convertía en hielo.
-¡Respuestas! -gritó Jack.- He estado preguntando a mis creadores sobre
mi constitución, y también consultando todo tipo de documentos,
archivos... Al principio se negaron a colaborar. Y los supervivientes no
sabían nada. Mi conducta antirracional, así lo llamaban ellos, es debida
a una anterior fabricación. Tecnología. Es solo cuestión de tecnología,
decían...
Pero yo he estado comprobando la composición, y es exactamente la misma.
La misma composición química del cerebro. ¿Cuál será ese ingrediente
mágico que mi impida controlar mis instintos emocionales?
Seguro que Tyrell lo sabía. Fue una lástima. Roy solo se preocupaba por
cuanto tiempo le quedaban a él y a los demás, y nunca pensó en la suerte
que tenía de estar vivo. De todas formas, creo que se acabó mi andadura
Dekard.
- ¿Cuánto tiempo te queda a ti Jack?
- La verdad es que no me preocupa lo más mínimo pero creo que no tengo
límite natural He permanecido toda mi vida muerto, y así seguiré hasta
que se acabe, y creo que haré que sea este mismo dia cuando eso ocurra.
-¿Por qué dices eso Jack?
-Voy a ahorrarte el trabajo Dekard. Mi última gran experiencia, la
muerte.
Dekard guardaba silencia al tiempo que miraba con incredulidad.
Aunque... hoy he sentido algo especial. Fue mientras mataba a todos esos
indeseables, creo que detecté algo.
-¿Desprecio de ti mismo, tal vez?
-Me he fijado... en la mirada de horror antes de que murieran. Tenían
auténtico temor mientras gritaban desconsolados.
-Sentiste lástima de ellos.
-No. Solo el terror que yo mismo les provocaba. Estoy en el buen camino
tal vez, o tal vez debería acabar con mi robótica existencia.
-Creo que podrías pensártelo mejor antes de hacerlo.
-Está decido.
Y salió de un salto por la ventana, imposible de alcanzar.



Consiguió salir de aquel devastado edificio. Estaba un poco harto de
toda aquella situación pero lo sentía por Jack. Si había decidido
suicidarse, mejor para él. Podía haberlo hecho allí mismo si prefería,
pero había algo en él que le daba lástima. Por un lado parecía un trozo
de metal animado por algún programa de ordenador sin remordimientos pero
por otro, no era más que un loco sin identidad luchando consigo mismo y
con su alma atormentada. Tampoco se diferenciaba mucho a los principios
morales que él tenia cuando trabajaba como Blade Runner. Y no se
explicaba la forma en que le había perdonado la vida un par de veces.
Tal vez era parte del juego de cosas sin sentido aparente que practicaba
Jack.
En cualquier caso, lo que Dekard veía es que no se comportaba como
humano. Que en él se juntaban esos dos impulsos, mecánico y vital en
continua lucha uno con el otro, y que Jack pretendía dominar sin éxito.
Lo cierto es que él se esforzaba por encontrar una solución, y eso, sin
duda, era un sentimiento humano.



De nuevo Bryant, al teléfono. Rachael había sido puesta en libertad y
ahora gozaba de todo tipo de libertad ciudadana. En la academia,
llegaron a la conclusión de que no debían preocuparse por ella como
perseguida. Se había convertido en el fin por el que fue diseñada. Ya no
era considerada un peligro, ni siquiera una replicante.
La mala noticia es que se encontraba en el hospital. Airon no quiso dar
muchas explicaciones, mientras Dekard se dirigía hacia allí a toda
velocidad.



Había bebido mucho y estaba aturdido. Tirado en el sofá de su
habitación, trataba de no pensar lo más mínimo. Luchaba por no recordar
aquellas palabras, una vez más. Pero lo cierto es que las tendría
clavadas para siempre como un cuchillo.
"Lástima que ella no pueda vivir"
Logró quedarse dormido con el alcohol que fluía ahora por su cuerpo.
Pero no pudo despegarse. Soñaba con ella, escapando de la ciudad en su
antiguo coche, por las desiertas carreteras más allá de las montañas,
acompañado por Rachael en una calurosa tarde de verano. Sin fecha de
caducidad. Y eso le hacía sonreír.
Pero lo cierto es que las cosas no habían ido también como él quisiera.
La llamada de Bryant no fue más que un aviso de que a Rachael se le
estaba acabando su tiempo. Los cuatro años de vida se agotaban y Rachael
terminaría muriendo en cuestión de horas.
Aún recordaba el poco tiempo que paso con ella, en el hospital. Y como
se le iban paralizándose las manos mientras la abrazaba. Hubiese dado su
vida por ella, pero nada se podía hacer ya. Los médicos de allí decían
que no tenían absolutamente nada que hacer su tiempo vital se acabaría
en pocas horas y no podrían hacer nada para retrasarlo.
Sonó el teléfono pero ni siquiera contestó. Le habían despertado de un
gran letargo y ya sabía quien era. Los jefes de la federación le habrían
presionado a Airon para que le avisara de aquel otro "asunto pendiente".
Por un momento pensó en olvidarse, como era previsible. Ya no le quedaba
ninguna razón por la que acabar aquella absurda misión, pero antes de
que se diera cuenta, había cogido la botella y se había montado en su
aeronave dispuesto a terminar su trabajo. Después de todo, seguía siendo
un Blade Runner.
Pensaba que con un poco de suerte Jack se habría suicidado ya y solo
tendría que identificar su maldito cadáver.
Llegó al hotel, deshabitado, donde le había dicho Jack que lo haría.
Comenzó a subir las escaleras mecánicas hasta llegar al último piso.
Se encaramó a la azotea y cuando alzó la vista, allí se encontraba
Jack. Acurrucado, inmóvil. Sin mediar palabra y con la cabeza gacha.
Probablemente se encontraba deliberando que es lo que iba a hacer.
-¿Necesitas ayuda, Jack?. Puedo empujarte al vacío si es lo que quieres.
De todas formas, Dekard había desenfundado su arma. Jack no tenía nada
que hacer.
-Creo.... Creo que lo conseguí.
-¿El que Jack?. ¿Qué conseguiste?
-No he podido hacerlo.
-Es verdad eso?. Pensaba que no te importaba.
-Estuve a punto de arrojarme al vacío. Pero sentí miedo, Dekard.
Que maravillosa sensación la de estar vivo y no querer morirse. Sientes
como todo tu cuerpo se estremece e incontables recuerdos de tu pasado
recorren tu mente.
-Jack. Tu sigues siendo el mismo sádico hijo de mala madre de siempre.
No te engañes.
-Puede que tengas razón. Pero esta vez es distinto, por que siento que
me importa. Me importa no hacerlo. Por fin he despertado.
-Creo que esperarte demasiado. Voy a completar mi misión.
-Es maravilloso sentir miedo Dekard. Por un lado es un sentimiento de
aflicción y sufrimiento, pero que me une al reino de los vivos. ¿Tu no
lo sientes Dekard?
-Yo... Las palabras de Jack hicieron llegar hasta Dekard el recuerdo de
Rachael una vez más. Un llanto contenido y una mirada de sufrimiento.
Estaba a punto de llorar. Tiró su botella contra la cornisa de la azotea
y sus cristales se esparcieron por todo el suelo. Jack mientras, había
desaparecido.
Se adentró en el edificio, corría por todos los pasillos con su pistola
para darle caza.
-¡Voy a matarte Jack!.
Quizás no quería matarle, tal vez lo hacía para tener ocupada su mente.
Y hacerle olvidar el dolor, por unos momentos.
-Huyes... Pero te mataré.
De pronto oyó un ruido. Entró en la habitación y disparó a bocajarro a
Jack, indefenso.
Le había dado en un brazo. Su cuerpo sintético podría reponerse
fácilmente de aquel disparo pero Jack estaba dispuesto a proseguir su
ataque, apuntando esta vez a una parte vital. Jack está inmóvil en el
suelo y Dekard avanzaba impasible.
Otro disparo en la pierna.
-Aún te queda tiempo para rezar.
-Dekard.... -Jack adoptó un tono de voz que hasta entonces desconocido.-
No lo hagas.
-Has despertado demasiado tarde -repuso- mientras apuntaba a su cabeza.
Jack la agachó y cerró los ojos. Las gotas de lluvia comenzaron a entrar
por la ventana empapándolo todo.
Dekard apretó los dientes. El recuerdo de Rachael era como un puñal que
llevaría clavado para siempre. Llevó los ojos hacia Jack. Su mirada
inocente logra confundirle. Quiere no ver en su rostro más que a un
maldito robot. Pero su cara va distorsionándose poco a poco y se
transforma a los ojos de Dekard en sus anteriores víctimas. Ve por un
momento la cara de Roy antes de morir y finalmente la Rachael. Eso le
hace apartar el arma y gritar.
Su vida ahora es la que menos vale y siente que no puede disparar como
antes.
De nuevo le apuntó entre los ojos mientras Jack levantaba la mirada.
-No voy a dispararte -dijo.- Pero aún haré algo más por ti.
En ese momento movió el cañón hasta colocárselo en su propia sien.
Jack le miraba con asombro, sin perderse ningún tipo de detalle.
No sabía si la persona a la que va a dejar vivir no iba a ser más que un
maníaco asesino que no traería al mundo mas que destrucción. No sabía
si se iba a hacer merecedor de seguir viviendo, si sería justo o
injusto. Ni siquiera cuanto tiempo podría vivir sin que otro de los
Blade Runner acabara lo que él empezó. Pero lo cierto es que un segundo
mas de la vida de aquel robot tenía ahora más sentido que toda su
maldita existencia.
Si le disparara ahora, sería como matar a un recién nacido.
La lluvia hizo de nuevo acto de presencia. Las gotas de agua entraban
por el enorme ventanal e inundaban ahora el rostro de Dekard así como el
cañón que oprimía con fuerza su cabeza. Un tremendo rayo cayó, y la luz
del relámpago iluminó ambos rostros. Los ojos de Dekar brillaron dos
veces, mientras su dedo resbalaba lentamente por el gatillo.
-Es hora de morir -dijo.


Ante la atenta mirada de Jack, un ruido ensordecedor hizo eco entre
aquellos metálicos pisos del edificio. Lo único que Jack podía hacer era
quedarse sentado y verle morir.La vida de Dekar ya no tenía sentido y no
estaba dispuesto a seguir sufriendo.
Por ella...
Por Rachael.


Cuentos, relatos, historias, narraciones, leyendas, experiencias
Envíenos su historia y en pocos días estará puesta en la red con el título, su nombre, su ciudad y su
e-mail. Nuestro compromiso es insertar un relato breve todos las semanas del año en esta pagina
y archivar de forma correcta los atrasados

Si desea que su publique su cuento: parapublicar@cuentosglobales.com
Para información, Federico Ortega: federico@andalucia.cc
                             
 Cuentos Globales primera etapa   Cuentos de las hijas de Afrodita
 





Casas rurales
andaluzas