Una historia cada día, un cuento cada semana

   Alhaurín de la Torre, Málaga, Andalucía,   sábado, 3 de abril de 2004

Crónica sobre las calles de Buenos Aires

Un día de lluvia

Federico von Baumbach Buenos Aires. Lucas Oliveira  cybercuentos@Argentina.com

La lluvia pinta paisajes especiales en los lugares. Paisajes diferentes, peculiares. En el país, en Buenos Aires, en sus barrios, en sus calles. Florida y Perón, leo en los carteles; y me parece mentira ver a la calle Florida así: casi vacía. Sin sus personajes principales: el “robot” humano, la pareja de tango que baila frente a la Galería Pacífico o el chico de 10 años que toca la guitarra como un Clapton latino. En su lugar, hay una hilera interminable de paraguas. A buen precio, dice el vendedor. Buen precio: 10 pesos solamente, y me mira tratando de que acepte la “oferta” del año. Con indiferencia, prosigo la marcha.

La lluvia crea un paisaje especial en la calle Florida. Caminar por ella sorteando los innumerables charcos de agua, resulta un desafío hasta para el más aburrido de los peatones. Tiene sus ventajas y desventajas, eso sí. Si uno va por el medio de la peatonal, se moja como un condenado, digno de pescarse la mejor neumonía. Pero uno camina con mayor libertad. En cambio, pegado a las vidrieras de los negocios, la aventura de sortear la punta de los paraguas que pasan amenazantes por los ojos, es otro desafío. Arriba y abajo. Agacharse una, dos, tres veces. Y más...

La lluvia parece deslizar sobre la peatonal una cortina de agua que ahuyenta a los personajes que dan “vida” a sus cuadras. Las actividades pensadas para ganarse la vida quedan suspendidas. Todos se han ido. Todos salvo ellos, los hombres y mujeres que reparten papelitos en los que se lee en letras gigantes: Compro celulares.

Las gotas van cayendo con mayor intensidad a medida que la altura de la calle va ascendiendo. En uno de los enormes quioscos que están ubicados allí, un hombre habla concentrado por celular, sin darse cuenta que la figura del caballo que ilustra los almanaques de Molina Campos, comienza a humedeserse. El almanaque está ubicado exactamente sobre la pared de un local de Mc Donald s. Empresa que ahora tiene la amabilidad de atender a sus clientes de "puertas abiertas”. No cabe duda, las empresas extranjeras gozan de la mayor seguridad en nuestro país: deben ser los únicos negocios que atienden sin rejas; y encima, dejan abiertas sus puertas. Tanta seguridad tienen, que hasta logran mezclarse en las andanzas de un gaucho que intenta luchar contra la tormenta que se aproxima. El hombre sigue hablando por celular. La tradición nacional se debate frente al imperialismo

Camino. Suspiro. Metáforas de un país. ¡Qué país! Pienso que al mirar al cielo la Argentina me devuelve sólo lágrimas: nada más que lágrimas. Lágrimas que se confunden con los acordes de un tema de Metalica, que salen de un local de Fravega. La banda que iba a pisar suelo argentino, pero que finalmente canceló sus conciertos. Es que, como ellos mismos dicen, el metal cansa a cierta edad.

Ahora camino sin suspirar. Rápido. Sorteando las puntas de los paraguas: preferí elegir la emoción antes que la libertad, quedarme al costado de la calle. La lluvia no se detiene: amenaza con más. Intenta a medida que pasa cada minuto, convertir a Florida en un descampado. Locales vacíos. Poca gente mirando, poca venta a la vista. Veo a sus dueños y empleados de brazos cruzados. Sus miradas, por momentos, pérdidas. Pero la música vuelve a mezclarse y pareciera desplazarse a lo largo de un recorrido sinuoso e interminable. Es que los días de lluvia uno hace una cuadra y parecen diez. León Gieco sonando en otro local de música. Rock nacional más rock internacional: bendita globalización que todo lo mezcla. Pensar en nada es el tema que se oye en el aire. Pensar en nada. Bendita globalización, en una cuadra y media, un crisol de culturas musicales. Los tuyos y los míos, pero sobretodo los tuyos, los de afuera. “En nada o en nada”, sigue cantando León en vivo, mientras fijo mis ojos en un enorme cartel: Burger King. “Buen lugar”, alcanzó a escuchar en un portugués bastante comprensible. Negocio redondo para los extranjeros: adiós al 1 a 1. La nación también “abre sus puertas” al resto del mundo. Las diversas comunidades linguisticas que conviven en cada negocio, ratifican que el tango y el gaucho es un negocio redondo: y beautiful.

Florida y Viamonte, leo en los carteles. Y la gente cruza sin prestar atención. Está ocupada en no mojarse. Quizás también en escapar de está forma de vida que encierra la gran ciudad. Decido desviarme del recorrido. Nuevo destino: Centro Cultural Borges. Borges y Florida. El grupo Florida. Alta sociedad. Nada es casual, pienso. Mientras las gotas proyectan en el suelo vestigios de un pasado literario, de un Nobel que nunca llegó. Entro al lugar. Afuera, la lluvia sigue pintando un paisaje cada vez más lúgubre; en un país que intenta reflexionar sobre su eterna ceguera.

Federico von Baumbach

Buenos Aires.

Crónica escrita durante los meses de noviembre y diciembre de 2003.


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