Un cuento para cada día
   Alhaurín de la Torre, Málaga, Andalucía, 4 de abril de 2003

Cayendo

Fernando Gabriel Heller,  Buenos Aires, Argentina  viejaruta@mixmail.com

Cómo se ve todo desde aquí. Si parece que estoy mirando pequeños puntos en unos de los pulloveres que me tejía mi abuela cuando era un pibe. O mejor dicho cuando mi abuela era joven. O vivía.

Los pequeños puntos se mueven, desesperados, apurándose a vivir, por si se les escapa un cliente, se pierden una venta, llegan tarde a una cita. Si vieran todo como veo yo ahora desde aquí.

Ahora voy muchachos, ya llego eh!!

Mierda que es largo esto, no termina mas. Volvamos a los puntos.

El otro día me decía uno, no tengo tiempo ni para ir al baño. Me levanto, desayuno (bah, es una forma de decir, café hervido y punto), beso al nene, beso a la nena, beso a mujer..., no, para ser sincero la mayoría de las veces no llego a esa parte, y a la calle.

La calle te mastica, te traga, te digiere y te defeca. Todo eso y mucho mas.

Autos, bocinas, puteadas, alaridos. Te llevan a lugares increíbles de los cuales a veces no podés salir. Te destrozan los nervios, te aparecen enfermedades de la piel, se te cae el pelo, comes como un cerdo y engordás. Luego llegás a tu casa y te encontrás con los chicos que te piden un poco de atención, tu mujer, dinero. Ya la atención dejó de interesarle hace mucho, cuando vos se la dejaste de dar.

A la noche, intentás dormir, apenas unas horas, y para no perder la costumbre, dormís acelerado. Ni siquiera podés recordar las pesadillas. Estoy cansado hermano, muy cansado.

Mientras me decía todo esto creía que me estaba viendo reflejado, que estaba hablando con la proyección de un holograma de mi ser.

Y así fue como empecé a pensar. Muy profundamente. Me metí en el medio del quilombo, en pleno centro de la ciudad. Y observé.

Observé por muchas horas, 24 para ser mas exactos.

No lo podía creer, la gente no vive, espera el momento de la muerte todo el tiempo. Y yo soy uno de ellos!!

Llegué a mi empresa, desesperado, subí por el superveloz ascensor de mi edificio.

Entré a mi oficina, sin saludar ni a mi sexy secretaria, que entre paréntesis era mi amante, para buscarlo a él. El era mi maldito y siniestro socio. Por él me había iniciado en todo esto, por él había pasado de ser una persona a ser un punto de esos que cada vez veo mas cerca, y vaya que cada segundo estan mas cerca.

El maldito me hizo ganar dinero y mas dinero, y comer en lugares famosos con políticos, empresarios, artistas de televisión y otras mierdas, asistir a aburridas y frívolas reuniones de negocios, muchas mas cosas que me convirtieron en lo que soy.

Con toda la locura del mundo, ingresé a su despacho, lo tomé del cuello, y apreté fuerte.

Pero el muy hijo de puta, con una fuerza sobrehumana, se levantó de su sillón, con mi mano en su cuello y todo y me dijo:

Imbécil debilucho mental, contra el poder no podés. ¿Qué querés, zafar ahora?

Después de que tomaste todo lo que te ofrecí, querés devolmérmelo como si te hubiera prestado un sueldo miserable de esos puntos que de repente te dieron lástima.

No te das cuenta quien soy yo. Soy el poder personificado, idiota. Me tuviste al lado tuyo durante años y no te diste cuenta. Comí con vos y tus hijos en la misma mesa, comí con vos y tu mujer en la misma mesa, y también comí solo con ella en otras mesas, y ahora te querés deshacer de mi. No podés pichón.

Entonces, con una de sus manos, me lanzó por la ventana del piso 21, y comenzé a caer y caer.

Ahí voy muchachos, ya llego eh!

Los veo cerca, los veo cerca, mas cerca, muy cerca, córranse, llamen a un cura, a un médico, a una ambulancia, a mis hijos, a mi muj...........!!

No, no llamen a nadie, total mi alma se la quedó él.


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