Una historia
cada día, un cuento
cada semana
Alhaurín de la Torre, Málaga, Andalucía, sábado 13 de
septiembre de 2003
ROMANCE DE LA
MONJA SOR MARIA
Luis Bravo@alhaurin.com
Alhaurín de la Torre. Málaga. Andalucía
Una noche de verano, cuando aprieta la calor, cuando el mochuelo derrama su mirar bobalicón, cuando la luna sonríe y el viento no da frescor, y el aire caliente y dulce te provoca un sofocón. Sofoco de ninfa ardiente, sofoco y algún picor por la entrepierna desnuda, que inclusive da escozor.
Esa noche de verano la monja, que digo yo abrumada por la pena, encendido su color, quiere abandonar la celda y buscar algún frescor, entre las plantas de patio, que por la tarde regó, para que en la noche oscura se refresque su furor.
Baja rauda la escalera de escalón en escalón, sin hacer ningún ruidito no sea que el padre prior o la abadesa que duermen en contigua habitación, la descubran y le chafen su lujuriosa intención, de ponerse a la intemperie a dormir en camisón.
Y era tan linda la niña, y era tanto su candor y era tanto lo que oculta de una lasciva visión, que el mochuelo abre los ojos y exclama: ¡vaya bombón!, y hasta las manos que tiene este humilde relator, se atrancan en el teclado y lo hace sin ton ni son.
La luna le transparenta la tela del camisón, y bajo él, se adivina, redondeces de pasión dos frutas jugosas, tiernas parecidas al melón, una cintura de avispa un trasero juguetón, unas piernas de gacela, un cabello como el sol rubio, de ondas doradas unos ojos que al ardor que despide su mirada, hierve el agua en el fogón, saltan los magnetos térmicos y se carga el contador. Pero sobre todo tiene un moreno, una color de tomar el sol desnuda al sol achicharrador, que hace que la piel parezca la piel del melocotón. Melocotón perianero. Tiene Periana el honor, de ser el mas renombrado, en toda aquesta región. Melocotón liso y suave melo, melo trocotron troco troco, melo melo azuquita de licor, caribeño como el ritmo del merengue, salsa y son.
La monjita acalorada se tumba sobre un colchón, mejor una colchoneta, sin usar el edredón, que tape sus morbideces que oculte bella visión, que encienda el deseo insano que acelere el corazón, que dispare las alarmas que tapa mi pantalón.
Y la monjita risueña con la cara de candor cierra los ojos y duerme. Se duerme, como un lirón.
Que es aquello que resuena que llega como un rumor, ¿es el arrullo de un bardo? ¿de un apuesto trovador? o de un tunante borracho que porta un gran colocón.
Que bien suena la guitarra, que bien canta ese cantor, que a la tapia del convento a trovarme se arrimó. Lástima que alguna estrofa no logre escuchar su voz, pues el ruido que ahora mete el motor de ese camión de la basura que pasa, dejando un rastro de hedor, no permite que se entienda el texto de su canción.
Que bien suena ese murmullo que le trae su canción, que la arrulla y la entontece con el do,re mi fa, sol En el pecho se dispara el sentimiento de amor, y se apresta velozmente a encaramarse al balcón, para arrobarse en la trova que el bardo le dedicó....
......Estando presumiendo de mi facha, mirando una mansión de gente bien, noté que en la ventana una muchacha, quedó tan solo en bragas y sostén. Que es eso que mis ojos tiernos ven,
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me dije con los ojos como gachas el recato de ser guía del desdén, pero tiene la tía buenas cachas. Subí con diligencia las paredes, por verla de esa guisa en cercanía, mas ya comprenderán vuesas mercedes la grande fermosura de la tía.
Mas vióme y preguntóme que quería, turbéme al verle la su piel desnuda mas luego al recordar mi tunería, cantéle con mi voz mas cojonuda.
"Vile la color de hierbaluisa, Vile el blancor de la azucena, es delicada como un parabrisas y en mi vida vi, cosa tan buena. no vi en el mercado comestible como es una empanada bien rellena, es delicada y tan apetecible, que por nombre te pondré. MAIZENA Tres veces buena."
Quedóse contenta y dijo con desmadre, preciosa mi señor fermosa trova, pasad al patio, que si no mi padre, seguro que si os ve, os da una soba. Subí con diligencia por la escala hacia aquel lecho ancho y placentero y yo creí que la noche era mala, y resulta que mojo el lapicero.
Y la monja entusiasmada del galán que le cantó, dejó que el tuno saltara, como salta un campeón. Arrojándose en sus brazos, de esta manera le habló "Déjame mirar tus ojos que quiero ver su color. Déjame mirar tu cuerpo hecho por un escultor. Déjame mirar tu boca que cantaba con ardor. Y quiero ver al amigo que se esconde en tu jubón".
Y el tuno con ligereza del jubón se desprendió y le presentó a Carlitos, el amigo del cantor, que al ver la monja desnuda bajo el fino camisón, y notar el aire fresco de pronto se despertó. Y comenzó a tomar cuerpo, es decir que se empinó. Aquella metamorfosis a la monja divirtió y tapándose la boca, mostró gran admiración. Carlitos tomó mas cuerpo y en Carlos se trasformó y yo diría que delante debería llevar el Don. Y creo que hasta si me apuran Ilustrísimo Señor.
El tuno llevo a la monja hasta el cercano jergón, y levantando la tela en su pecho se enterró, bebiendo de esos sus cántaros el apreciado licor. y acoplándose a su cuerpo buscándola con furor quiso buscarle a D. Carlos, un acomodo mejor. Mas la monja con un gesto al punto lo separó, y le dijo de esta guisa a su fogoso amador. "Espera cariño mío, templa tu ansia y tu ardor, que no quiero que esta noche, preñada me quede yo, así que ponle a tu pluma, un bonito capuchón".
Y así pasaron las horas en deleite y revolcón elevando a la novicia a categoría mejor, es decir que aquella noche ascendió el escalafón. Las veces que consumaron aquellos actos de amor, se quedan en los anales del Guiness del calentón.
Cuando las claras del día despuntaron y ya el sol, comenzó a levantar su mole de gigantón, el tuno cogió su capa, su guitarra y su jubón, y un beso de despedida ardiente a la monja dío. Y tomo las del olivo saltándose el paredón, por decirlo llanamente, que salió por donde entró.
La monja quedó arrobada por tal noche de furor que volvió a sus aposentos mas alegre que salió. Se tumbó sobre la cama y soñando se durmió.
Las noches que las cigarras cantan porque hace calor, que el aire no se respira, que cuerpo hierve de ardor, la monja sueña despierta palpitando el corazón, que el andante caballero, Amadis o Lancelot, vuelva a su reja cantando una preciosa canción, que despierte su lujuria, y la llene de su amor.
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