Un cuento para cada día
   Alhaurín de la Torre, Málaga, Andalucía,  15 de marzo de 2003

Sal en la Sangre

Elisa ruiz ruizdelahermosa@hotmail.com

Empezó ese ruidito familiar, el que tantas veces había escuchado en sueños y en momentos de vigilia; ahora era un poco más fuerte, como que estuviese más cerca, y, de repente... el espacio... el espacio blanco. Siempre había imaginado el espacio de color negro, o por lo menos azul marino, pero no,... parecía ser que siempre estuve en un error, era blanco; blanco y de porcelana. 

Se quedó como a un lado, aparte, y en ese infinito blanco, aparecieron varios elementos extraños, oía las voces a su alrededor, parecía que algunas de sus compañeras sabían de la existencia de esos elementos tan peculiares, siempre en número par, y que se abrazaban unos con otros, pasándose una pelotita entre ellos, escurridiza,  queriéndola agarrar, y soltándola al mismo tiempo. Eran alargados, con unas terminaciones brillantes, como plásticas, y,... duras,  que al menor descuido casi te podían partir en dos...

Sin embargo, desde su posición, todo resultaba agradable, tranquilo, como un día de verano en el que los niños chapotean en el arroyo...  

De repente, una gran aglomeración, y las prisas... y otra vez oscuro, pero ahora el infinito se convertía en infierno; el camino era tortuoso, y el olor empezaba a ser insoportable; al principio pensó que eran sus colegas, que desde su aparición en el “infinito blanco” presentaban un color grisáceo, pero pronto descubrió que no, que sus colegas no olían de esa manera, era el entorno, el espacio, los toboganes por donde pasaban, uno tras otro, cada vez más grandes, y cada vez más sórdidos, oscuros y malolientes. 

Empezó a marearse, y a dejarse llevar por la corriente. Soñaba con formar parte de su fantasía. Desde que se formó, siempre anheló ser parte de un todo, siempre quiso dejar de ser tan dulce, para tener la personalidad de un ídolo, con sabor, con “sal en la sangre”, y en ese sueño quedó suspendida durante días,...quizá semanas; no podía distinguir si estaba despierta o dormida, no sabía si era sueño o realidad, sólo ese olor fétido le recordaba que no estaba en el ansiado paraíso, y que su dulzura estaba teñida de gris. 

Descubrío como estaban algunas de sus colegas, grises, oscuras, atascadas y retenidas, malolientes,... y se alegró de no estar en un rinconcito,... y se alegró de formar parte del montón, aunque estuviera un poco más gris que al principio; quizá estaba adquiriendo el tono de la templanza, y de la solera, la personalidad que le daría esa “sal en la sangre”; estaba recorriendo su camino.... 

Y,... tras el largo caminar empezó a ver su segundo espacio, el más inmenso de los infinitos, mayor que cualquiera que hubiera podido imaginar, infinitamente más lindo que lo que jamás alguien le contó, más azul que nada en su mundo, y a la vez más verde que su verde ficticiamente imaginado. Supo que estaba a punto de madurar, de conseguir que su fantasía fuese realidad, de tener esa “sal en la sangre” que siempre deseó, de ser feliz!!! Se deslizó por ese último tobogán; tobogán, al que a veces llamaban de manera extraña desagüe, o cañería, ¡qué mal sonaba!... pero daba igual. Estaba a punto de conseguirlo, y tras una caída libre, en la que casi pierde parte de sí misma, con un escalofrío que la hizo temblar, la pequeña gotita llegó al mar.  

Ya tenía su “sal en la sangre”, ya tenía toda la inmensidad, y ese espacio azul... o verde, para perderse,... para vivir!!!


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